La tragedia de Atitlán

Lake Como, it seems to me, touches on the limit of permissibly picturesque, but Atitlán is Como with additional embellishments of several immense volcanoes. It really is too much of a good thing, así se refirió a Atitlán el escritor Aldous Huxley autor de Beyond the Mexique Bay (Más allá del Golfo de México), de donde es esta cita; y de Brave New World (Un mundo feliz).

El fin de semana, sin embargo, estuve en el Lago y al verlo cundido de cianobacteria me dio mucha tristeza. Años y años de recibir los desagües que las municipalidades de la cuenca no controlaban a pesar de estar legalmente obligadas a ello; y años y años de recibir los fertilizantes que los gobiernos reparten a los agricultores de las riberas pasaron sus facturas. Entre la caca de los habitantes y visitantes; y los fertilizantes que donaban los países amigos y repartían los políticos de turno, las algas y las bacterias encontraron su mundo feliz.

Cuando niño y adolecente pasé muchas vacaciones y feriados en Panajachel y a orillas del lago. Pasé muchas horas felices en sus orillas y descubrí muchas cosas hermosas mientras me arrullaban sus olas gentiles y me vigilaban los enormes volcanes. Pero ahora ya no.

Para comenzar, Panajachel se convirtió en la meca de la mala arquitectura y de la inmundicia. Porque donde no hiede a excremento humano, apesta a basura en descomposición. Porque la arquitectura característica de la población -propia del hotel Casa Contenta, de la casa Lind, del Chalet Paty, o de la casa Guirola, para poner sólo unos ejemplos- fue sustituida por pasteles llenos de colochos y plenos mal gusto. Yo no digo que todo tenga que ser igual, que nada tenga que cambiar, ni que tenga que haber códigos de diseño en la construcción; pero parece que la población tuviera un compromiso con la fealdad.

Ahora, como para comprobar que siempre se puede estar peor, las algas y la cianobacteria han poseído las aguas. Mi padre disfrutaba del paisaje de Atitlán; pero no de las aguas, y decía que, por lo frías que eran, el lago era bueno sólo para hacer jaiboles. Y pues bien…ya ni para eso.

Claro que está por verse si el proceso de deterioro del lago es reversible; pero en el fondo el problema de Atitlán, y todo el problema ambiental de Guatemala, tiene su origen en la pobreza. Si seguimos criando pobreza, seguiremos pagando con los bosques, los ríos y los lagos. Por ay dicen que la gente no se ocupa del ambiente hasta que su ingreso anual no alcanza ciertos mínimos; y de plano, cuando la mayor parte de la población vive día a día, ¿qué ganas y por qué iba a ocuparse de cuidar el ambiente? Y como los lagos y los ríos son de todos, entonces no son de nadie y nadie los cuida, produciéndose lo que se conoce como la tragedia de los comunes.

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