Bruja 1: ¿Dónde has estado, hermana?
Bruja 2: Haciendo morir cerdos.
Bruja 3: ¿Y tú, hermana, dónde?
Bruja 1: La mujer de un marinero tenía castañas en su regazo, y roía, roía, roía: “Dame”, le digo yo: “Quita de ahí, bruja”, me grita aquella roñosa alimentada de rabadillas. Su marido ha ido a Alepo, contramaestre del “Tigre” Pero yo volaré hacia allá en un tamiz, Y como una rata sin cola ¡que le haré, que le haré y que le haré!
Bruja 2: Te voy a dar un viento.
Bruja 1: Me darás gran contento.
Bruja 3:. Y yo otro viento más.
Bruja 1: Son míos los demás, Y los puertos que arrasan, Y las líneas que pasan, En la carta marina, yo lo voy a dejar seco como la harina, y no dormirá ni de noche ni de día…
Ese es el diálogo de las tres brujas en el la escena III de Macbeth, la obra de William Shakespeare; y no se por qué me acordé de esto cuando leí que Michelle Ramis, embajadora de Francia; y Carmen Díez, embajadora de España, están conspirando para reunirse con los diputados y hacer valer su modesta influencia de modo que la carga tributaria sea elevada para los chapines.
Como Prudence Bushnell, de ingrata recordación para los guatemaltecos, las nuevas procónsules se aprestan a presionar al Congreso para que se castigue con más impuestos a las familias guatemaltecas.
Usted, que sabe que los impuestos no los pagan los más ricos, sino la clase media y los pobres, supongo que tendrá algo que decir.
La ilustración es Shakespeare y sus amigos, de una pintura en la Corcoran Gallery, de Washington D.C. Tomada de The Harvard Classics, volume 46.
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This entry was posted on lunes, noviembre 16th, 2009 at 11:00 am and is filed under Carmen Díez, impuestos, Míchelle Ramis, tributos.
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