La propia defensa es el único fin que autoriza a la humanidad, ya sea individual o colectivamente, a intervenir en la libertad de acción de cualquiera de sus miembros. Esto lo escribió John Stuart Mill en Sobre la libertad. Y de esto me acordé cuando leí las historias de una mujer que evitó que hombres en moto la asaltaran, de un pasajero de bus que le dio muerte a un delincuente, y de los guardias privados que evitaron un secuestro.
En una sociedad en la que el gobierno gasta más energías y recursos en satisfacer las demandas de los grupos de interés; que en proveer seguridad y justicia, la posibilidad de que los electores y tributarios puedan defenderse a sí mismos es muy, pero muy importante. Y como los delincuentes prefieren víctimas desarmadas, es de importancia vital que los ciudadanos puedan andar armados y que puedan contar con guardias profesionales capaces de usar armas.