El obituario de la Democracia Cristiana Guatemalteca fue publicado hoy, entre las Breves de Prensa Libre y no se encuentra en su sitio Web. Como en una fosa común, la noticia de que el Tribunal Supremo Electoral canceló a la DCG está apilada con la nueva de que también desaparecieron otros dos partidos políticos y con una miscelánea de notitas.
El partido que Vinicio Cerezo despeñó durante la parranda que fue su período constitucional, yace ahora -sin pena, ni gloria- donde yacen el Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Institucional Democrático y el Partido Revolucionario, que fueron sus contemporáneos. Yace al lado de la Unión del Centro Nacional, y del Movimiento de Acción Solidaria. Allá, esperan al Partido de Avanzada Nacional, al Frente Republicano Guatemalteco, a la Gran Alianza Nacional y a la Unidad Nacional de la Esperanza. Veo que la socialdemocracia va por el mismo camino que allanó el socialcristianismo.
Ninguno de ellos descansa en paz…porque todos llevan, sobre sus hombros, la Guatemala insegura, pobre y ansiosa que tenemos hoy.
Y lo mejor/peor de todo es que van a seguir saliendo mas partiduchos (y hasta con los mismos integrantes) que llevarán en sus nombres las palabras tan coquetas como:- alianza- union- “democracia”- accion, etc.Que lindos!
Que tal Luis: Estaba leyendo este artículo y me pareció muy interesante. Sobretodo el que escribiste el año pasado luego de las elecciones generales que recopila opiniones dadas en 1990 luego de la pérdida de la DC en ese año. Quisiera ver si no tienes algunas copias electrónicas que me puedas enviar de esos artículos, porque me parecen muy interesantes y quisiera ver que era lo que se vivía en ese momento y lo que la gente sentía (yo nací en el 86 por lo que no me recuerdo mucho). Muchas gracias. Rodrigo De Paz rdepaz@ufm.edu
Hola. No tengo versiones electrónicas porque “en aquel entonces” no teníamos Internet. Sorry
Hola Luis,no había internet…pero algunas cosas no habían cambiado, hasta ahora, cierto? Saludos, Andrea.
No hay partidos que perduren porque no hay institucionalidad, la cual depende de ideas y no de personas. Todos nuestros partidos giran en torno a personajes carismáticos (o casaqueros,) pero carecen de principios o un ideario coherente que les permita sobrevivir varias elecciones.