Deporte, o trabajo forzado

Yang Wenjun, uno de los atletas más exitosos de China no ve a sus padres desde hace 3 tres años. Como recompensa por haber ganado una medalla de oro en cantaje, en 2004, el gobierno local le compró un apartamento; pero no puede vivir en él. Su madre, Nie Chunhua, se pone tan triste, que “le duele el corazón”.

Yang dice que no soporta la vida que lleva y explica que durante casi diez años trató de abandonar el canotaje y que preferiría ir a la universidad, o dedicarse a los negocios; pero el régimen de Pekin no lo deja. “Los atletas no tienen libertad de elegir”, explica Yang. Las autoridades se negaron a permitir que Yang se retirara, ni siquiera después de gnar la medalla de oto en Atenas. Yang señaló que lo chantajean con “no pagarle jubilación si no compite en Pekin”.

La vida para los atletas chinos es dura. Zou Chulan, ex campeona nacional de levantamiento de pesas señaló que un entrenador le había dado eteroides que le habían ocasionado vello facial y engrosamiento de las cuerdas vocales; y ahora frota espaldas en una casa de baños.

“Somos ignorantes, no podemos tener hijos y el sistema nos destruye”, explica Zou.

Cuando el socialismo y sus fanáticos presumen de los atletas -o médicos- “extraordinarios” que generan países como China, deberían meditar sobre estos casos. El desarrollo de atlétas y médicos como política de estado es inhumano y si no puede ser llamado propiamente esclavitud, sin duda es trabajo forzado que no toma encuenta, para nada, los derechos individuales de las víctimas de semejantes políticas.

Las historias de Yang y de Zou pueden ser leídas en The New York Times que publicó hoy Prensa Libre.

Comments

comments

Comments are closed.