En esta semana nos enteramos, o más bien, confirmamos, que el Gobierno ha pagado un alto sobreprecio por las medicinas que compra. También leímos que el Organismo Ejecutivo andaba detrás de la aprobación de un préstamo de US$8 millones para consultorías.
Nos escandalizamos, hace poco, al enterarnos de que un estudio que no aparece, sobre el sistema de salud, podría haber costado unos US$6 millones. También leímos, con indignación, que en el Congreso habían gastado US$1 millón para comprar un sistema electrónico, para el control de las votaciones, y de que a los diputados no les da la gana usarlo. Leemos que los nuevos puestos en el Ejecutivo, para la administración socialdemócrata, costarán US$3.2 millones. El Organismo Legislativo está plagado de plazas fantasma. Todo esto es solo lo que se sabe; y la consigna parece ser: “¡Atásquense, coches, que hay lodo!”
En medio de aquella tragedia se asoma lo que es de esperarse, sin estado de Derecho y sin mercado confiables. Tras haber alcanzado su mejor ciclo de crecimiento de los últimos 30 años, la economía guatemalteca empieza a mostrar síntomas de desaceleración: el crédito bancario a las empresas y el Índice de Medición de la Actividad Económica muestran un ritmo descendente.
Pero claro, no hay nada tan malo que no pueda ponerse peor. Ahí anda el vicepresidente Espada, amenazando con que va a subir los impuestos al tabaco y al licor, y que va a elevar el Impuesto Único sobre Inmuebles, cosa que ya tiene encaminada el alcalde capitalino. Y la Junta Monetaria sube que sube las tasas de interés, alzas que castigan violentamente a quienes están pagando su casita, y marginan a quienes soñaban con empezar a pagar la suya. Los pipoldermos* son como Pac Man, que por donde pasan devoran y corroen.
Y si usted creyó que toda la tragedia terminaba aquí, entérese de que el Grupo Promotor del Diálogo Fiscal propondrá un paquete de impuestos que elevará la carga tributaria a 13.2 por ciento del Producto Interno Bruto. No es broma, nos quieren subir los impuestos en el momento en el que la actividad económica va en descenso. Claro que eso sólo puede ocurrir si usted deja que ocurra.
Mi opinión es que los pipoldermos, de la ideología que sean, no tienen derecho a pedir que usted trabaje más, para mantener a los que viven del presupuesto del Estado, hasta que no ocurran dos cosas: 1. Que cesen total y absolutamente la mala administración y el desperdicio de los impuestos tomados de los tributarios. 2. Que sea revisada la calidad del gasto público y que todo gasto innecesario o que sirva para atender las demandas de los buscadores de rentas parasitarias sea eliminado.
Solamente hasta que se cumplan aquellas condiciones previas se puede hablar de impuestos. El diálogo fiscal no debe ser con y entre grupos de interés, sino con los tributarios mismos; por lo que cualquier reforma tributaria debe ser sometida a consulta popular. Los que pagan deben poder ejercer su derecho a decidir si quieren pagar y para qué. Los tributarios tienen el derecho a saber, exactamente, cuál es el costo de tener gobierno.
Hasta ahora, los guatemaltecos hemos actuado más como súbditos que como ciudadanos. Habiendo sido criados en una cultura que no cuestiona la pretensión de unos en cuanto a vivir del trabajo de otros, por medio de los impuestos, estamos demasiado dispuestos a soportar canalladas como las que encabezan esta columna.
Con tanto desperdicio, ¿ya se dio cuenta, usted, de que el problema no es que los pipoldermos no tengan dinero? ¡Lo que les sobra es la plata, y por eso la malgastan y la hacen piñata! Si su asociación gremial se sienta a pactar impuestos con la administración, renuncie a ella. Si conoce de actos de corrupción y de desperdicio de tributos, escriba a Prensa Libre, o llame a Todo a pulmón. ¡Por Dios, no contribuya con su indiferencia al enriquecimiento de los que viven de la teta del Gobierno! *Pipoldermos: pícaros políticos que por el momento detentan el poder.
Publicada en el diario Prensa Libre el sábado 2 de febrero de 2008
Y que entreguen cuentas. Gracias a los fideicomisos y ONG´s, una parte importante de los fondos públicos no son auditables.
Luis exelente articulo, me gusta sabe que no solo yo pienso asì, “NO MAS IMPUESTOS” o ¿Sera que tendremos que regresar al obelisco a los viernes de luto para defendernos de estos pipoldermos?!!Leonel LunaA-1 565550
Je je. Esa es una idea muy tentadora; pero antes, ¿qué tal si empezamos con lo de las cartas al correo de los lectores? Saludos