Meditaciones poselectorales

  • A lo largo de todo el domingo pasado, mientras se celebraban las elecciones presidenciales en Guatemala, aplaudí la forma pacífica y civilizada en que se llevaron a cabo los comicios. Estoy convencido de que estas elecciones son un paso más para la maduración política de los chapines, en ese largo proceso de prueba y error que es la evolución social.
  • Con todo y los defectos de la democracia, prefiero que el equipo en la administración pública sea cambiado cada cuatro años por medio de votaciones, que según la vieja usanza (o sea, por medio de le violencia).
  • Muestra evidente de aquel avance de maduración fue el voto dividido de los guatemaltecos para el Congreso. Gracias a eso, el poder va a estar más distribuido que concentrado. También lo es que los guatemaltecos hemos ido derrumbando los mitos y los lastres de nuestro pasado tormentoso.
  • De estos comicios hay varias lecciones que aprender; sobre todo en cuanto a saturacion de propaganda y al uso de las nefastas campañas negras.
  • Como siempre, una nueva administración (cualquiera que sea) es una oportunidad y puede ser un éxito. De mi parte, como ciudadano y como tributario, me comprometo a apoyar aquellas políticas que abonen en la protección de los derechos individuales de todos los guatemaltecos, sin privilegios. Aquellas que permitan la cooperación social pacífica. Aquellas que eliminen la coacción arbitraria.
  • Igual compromiso asumo en cuanto a oponerme y a combatir cualquier política pública que amenace los derechos individuales, la igualdad de todos ante la ley y el fortalecimiento del uso arbitrario de la fuerza en las relaciones sociales.

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