En septiembre de 2008, Alvaro San Nicolás Colom denunció la existencia de aparatos de espionaje en la Casa Presidencial, en su oficina particular y en su residencia. El 6 de ese mes, San Nicolás dijo que no había indicios de que su ex secretario de seguridad, Carlos Quintanilla, estuviera involucrado en el asunto; pero el día 8 declaró que, honestamente, sí era responsable administrativa y penalmente. El 12 de septiembre, el vicepresidente Rafael Espadita Espada se subió al carro de las denuncias de espionaje y, muy orondo, denunció que en su oficina también había micrófonos escondidos en el teléfono y en la calculadora. Para el día 14 San Nicolás informó que los aparatos eran viejos y que no estaban en funcionamiento. El día 28, el fiscal confirmó que los aparatos encontrados podrían no funcionar.
Ayer, esta telenovela de dos años de duración concluyó con que el Tribunal Octavo de Sentencia Penal resolvió absovler a Carlos Quintanilla de los cargospor espionaje en la Casa Presidencial. Llegamos a la conclusión de que no se da la existencia de los delitos por los cuales fue llevado a juicio; no hay ningún elemento de prueba que acredite la existencia de los mismos, afirmó la Jueza Vocal del Tribunal.
Los juzgadores indicaron que hubo contradicciones entre el informe remitido al tribunal por San Nicolás; y el testimonio de Manuel Galeano, que, según el Ministerio Público, era un testigo clave.
A mí me gustaría saber en qué, exactamente, consistían las contradicciones y si alguien no estaba diciendo la verdad. Me gustaría ver los aparatos y saber si de verdad no funcionaba, o qué. Todo esto del espionaje, que la gran, ¿era humo y espejos? ¿Eran papas y pan pintados? ¿Cuál fue el propósito de algo tan raro y sospechoso?
Cándido, mientras comía dulce de ayote, me preguntó: ¿Y sí sólo querían sacarse a Quintanilla? Y yo, que de esas cosas no se nada, sólo tragué mi bocado de ayote.
La foto es de un anuncio de Mundo Extremo, esa tienda extrordinaria de juguetes para adultos.