Esta es parte de mi cena de hoy: torta de hojas de remolachas.
Aquí, en Guatemala, la gente no aprecia este bocatto di cardinale. En los mercados, las hojas de la remolacha se desperdician y se pudren. Cuando yo vivía en La Antigua, la señora a la que le compraba las verduras, en el mercado, me regalaba las hojas que recién había cortado. Ella no les daba valor alguno y a mí me hacía feliz llevarlas a casa y prepararlas frescas y hermosas.
Mi abuela contaba que, en Inglaterra, durante la II Guerra Mundial, la gente las comía porque ni modo. Pero aquí, la gente no les pone atención.
Igual cosa pasa con las vainas de las arvejas. En el mercado de La Antigua también iban a parar al basurero si yo no las pedía y luego me las llevaba a casa y preparaba mi sopa con ellas.
Por si le interesa, la sopa de vainas de arveja es riquisima, bien espesa, con crema y con crutones dorados en mantequilla.