A finales de los años 70 aparecieron las maquilas y qué cree usted que ocurrió: muchas trabajadoras domésticas dejaron sus empleos en casas particulares y se fueron a trabajar en las nuevas fábricas.
Aquellas cocineras y de adentro que guisaban delicioso y que eran parte del crecimiento cultural de uno, se fueron a las maquilas. Yo aprendí muchísimo, de chapinidad, con La Nana, Queta, Lidia, Carmen, Marina y Marina, por ejemplo.
Las trabajadoras domésticas cambiaron de oficio porque surgieron aquellas nuevas oportunidades, y las trabajadores domésticas percibieron que mejorarían sus condiciones de vida si hacían el cambio. Y, ¿qué más ocurrió?
Como escasearon las buenas trabajadoras domésticas -porque se fueron a las maquilas- subieron los salarios de las buenas que se quedaron; y el espacio que dejaron las buenas que se fueron, fue ocupado por no tan buenas que antes no hubieran encontrado trabajo. Por eso mejoró también el nivel de vida de las que se quedaron, y el de las que encontraron trabajo, porque antes no tenían ingresos. No sólo consiguieron empleo, sin en mejores condiciones salariales, y en mejores condiciones de trabajo y de vida.
La cosa fue mejorando hasta para las aspirantes a trabajadoras domésticas menos capacitadas, y hasta marginales. La escasez fue tal que cualquiera podía conseguir un trabajo en el servicio doméstico, aunque no tuviera ni idea de cómo hacer frijoles parados, y fuera incapaz de recordar que hay que barrer detrás de los muebles.
Las más beneficiadas por los trabajos que ofrecieron las maquilas fueron las mujeres que, antes de esas fábricas, no tenían más opción que trabajar en el servicio doméstico. Y muchas veces en condiciones de abuso. Si se van las maquilas, las más afectadas van a ser las mujeres que se queden sin el empleo que tienen en esas fábricas.
En eso me puse a pensar cuando leí que, sin haber sido citadas, oídas y vencidas, ni siquiera en un proceso administrativo, dos maquilas fueron sancionadas por el Ministerio de Economía, por supuestamente no cumplir con las de mandas de los sindicatos locales en connivencia con la poderosa AFL-CIO.
¿Es posible que esté empezando una campaña de acoso contra las maquilas? Y, si aquella tiene éxito, ¿cuántas de esas fábricas aguantarán la persecusión? ¿Cuántas mujeres se quedarán sin trabajo para que los sindicatos y la AFL-CIO se anoten un éxito?
Sin embargo, también he escuchado a varias de estas trabajadoras de maquila, cuando comentan que antes tenían un mejor empleo y que ahora se tienen que conformar y tuvieron que bajar su nivel de vida, al trabajar en maquila, porque de otra forma no encuentran empleo.
Así que para mejorar en algunos casos o para empeorar en otros, las maquilas de una una u otra forma, están dando trabajo a personas que en cualquier caso, no lo tendrían.
Aunque de todos es conocido, que muchas veces hay abusos en los derechos laborales, que no siempre es por parte de la empresa misma, sino por supervisores, es necesario que se apliquen las sanciones correspondientes, siempre y cuando se siga el proceso adecuado. Lo malo es que a veces, el proceso adecuado, es sinónimo a “dinero bajo la mesa”.
Saludos Luis.
Hola Pepe. Como veo la cosa es así: Antes tenían un buen trabajo. Se quedan sin trabajo y sin ingresos fijos. Consiguen un trabajo, no tan bueno como el anterior pero trabajo al fin y ya tienen ingresos. ¿Sería mejor que no hubieran conseguido ni siquiera el que consiguieron? Con rspecto a los derechos, estoy de acuerdo con que deben ser cumplidos, pero quienes los incumplen deben ser citados, oidos y vencidos. Ni el dinero bajo la mesa, ni las sanciones arbitrarias son aceptables, Saludos, vos.