Con elegancia, humor y chispa chapina, las catrinas que desfilaron ayer por Antigua Calle Real de la Ciudad de Guatemala nos recordaron que sin temor a la muerte se puede celebrar la vida. ¿Sabes qué me faltó? Un par de tequilas, porque en buena compañía ya estaba.
A pesar de la lluvia fastidiosa pasaron frente a nosotros calacas y esqueletos sonrientes, ojos ahumados y labios rojos como granadas. Las catrinas son divas en trajes victorianos enchulados: corsés de encaje negro, faldas de tul con bordados florales y sombreros emplumados y con luces que desafían la gravedad.
Las catrinas, por cierto, están inspiradas en una caricatura irónica del mexicano José Guadalupe Posada de 1913; y si esa tradición se está integrando al menú de tradiciones populares y callejeras que los guatemaltecos celebramos, ¡Bienvenida sea! porque las catrinas (y catrines) nos gritan ¡Vive ya!, no esperes. Honra a los que partieron bailando, no llorando. Celebra la vida, antes de que te celebren a tí.




