Cocina comalapense de antaño, de Iván Gabriel, fue la obra que más me cautivó en mi visita a Momentos, la exposición-venta de arte organizada por el Patronato para la Restauración del Antiguo Convento de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala. En esa reunión alegre plasmada por el artista, se sienten el calor humano y el fuego del comal, acompañados por el aroma de las tortillas recién echadas. Como si fuera una escena de película, imagino que, poco antes, el niño de la izquierda volvió con hambre tras andar poray, viviendo las aventuras propias de su edad. Al rato, seguro entran los hombres de la familia para disfrutar del pepián y el atol que están calientes en las ollas.
Otras obras también me llamaron la atención: Atardecer en la laguna Chicaj, de Roberto Barahona; Ejemplo de enseñanza, de Edgar Marroquín; Domingo alegre: feria del cerrito, de Romel Cifuentes; Catedral metropolitana y Catedral de Antigua, de Antonio Hernández; El tzijolaj, de Juany Tol; De la serie Migrantes XVII, de Patricia Betancourt; y me dio un gusto enorme encontrar Inocencia, del recordado Ramón Banús. Haz clic aquí para ver el catálogo y las obras que menciono.
Esas obras me hablaron, y es cierto que las obras tienen voz propia. Para apreciarlas, me gusta usar el método de Luc Travers,: tratar la obra como un cuadro de película. Algo pasó antes y algo pasará después. Imagina personas o hechos reales, describe la escena, presta atención a los detalles y conéctate con lo que ves. Dale voz al personaje e imagina qué diría. Este método me ha ayudado a disfrutar numerosas obras de arte, especialmente aquellas que resuenan con mi sentido de vida.
Eso sí…como escribió Warren Orbaugh, en Arte, el criterio para el juicio estético no es solo el sentido de vida que representa una obra, sino también la excelencia en la composición formal y la ejecución técnica. No basta con la emoción, pues las emociones no son herramientas cognitivas. La obra debe ser bella, con sentido y ejecutada con maestría. Por eso es que La ninfa, de Giovanni Battista Lombardi es arte y una tortilla con pelos, no.
Todos los cuadros que elegí en Momentos cumplen con esos requisitos, y hacen que visitar la muestra, ubicada en el coro alto de la iglesia de Santo Domingo, sea una experiencia inolvidable. Al llegar, te reciben los pájaros chulísimos de David Ordóñez, un detalle que da la bienvenida con calidez.

Por la iluminación, no hubo modo de que le pudiera tomar foto de frente a Inocencia, de Ramón Banús; pero no quería dejar de compartirlo.
Desde hace 10 años, Momentos es un proyecto que, cada octubre, da a conocer obras de artistas nacionales e internacionales. Los fondos recaudados se destinan a la restauración del claustro mayor de aquel rico convento virreinal, cúpulas y otras áreas del inmueble. Así, el arte y el patrimonio se entrelazan, asegurando que este monumento histórico siga siendo un oasis de inspiración y cultura.



