Ve pues, hoy es el Día del Perro y quiero celebrar a los canes que ha habido en mi vida.
El más notable, genial y fabuloso de todos fue Simón, cuyo nombre completo era Monsieur Simón. Era un french poodle que llegó a casa cuando era un cachorro pequeño y sobre un cojín. Fue obsequio de Guiselita, la madrina de mi hermano, Gustavo; y para mí es el estándar de perro en cuanto a inteligencia y nobleza y era el perro de la familia.
Uno de los hijos de Simón fue Manix y era digno hijo de su padre. Técnicamente era perro de mi hermano, Juan Carlos.
Simón y Manix murieron envenenados por un vecino criminal (¡Que un mal rayo lo parta!); pero vivieron muchos años con nosotros y nos hicieron muy felices.
Una perra importante en mi vida fue la Chiqui, que tenía algo de chihuahua. Era perra de mi abuela, Frances; pero durante la última temporada que viví en su casa me agarró mucho cariño y me seguía a todas partes. La Chiqui murió de un parto mal atendido.
Luego llegó a casa la Panchita; la señorita doña Maria Panchita que murió virgen y mártir. Fue contemporánea de Manix y lo sobrevivió. Murió atropellada en una de sus escapadas. La Panchita también tenía algo de chihuahua y era muy pegada a mí.
Luego de aquellos perros tuvimos una ensarta de canes que no dieron la altura. También hubo perros de paso fugaz que dejaron buenos recuerdos: Helga, la pastor alemán de Gustavo; y Azúcar, un perro callejero que yo alimentaba en Panajachel. ¿Cuáles han sido los más misteriosos y sorprendentes? Uno callejero que, una noche en la que yo caminaba para mi casa, me acompañó durante todo el recorrido. ¿Qué fue lo misterioso y sorprendente? Que no me seguía, sino que iba adelante de mí y me esperaba; y sabía dónde habría de doblar la esquina. ¿Vas a creer? Eso mismo me ocurrió con otro perro en Ciudad Vieja, Sacatepéquez, una noche del 7 de diciembre. No se veían como el Cadejo legendario, pero me gusta pensar que me estaban cuidando.
La primera perra que tuvimos en casa, cuando vivíamos en Costa Rica, se llamaba Mandy; y era una pastor alemán hermosa que mis padres tuvieron que dejar allá cuando volvimos a Guatemala ca. 1966.
En el Día del perro, celebro a los perros que han alegrado mi vida.