La vagina dentada es un tema mitológico que se repite en múltiples formas a lo largo del continente americano. Mayas, huicholes, otomíes, mazahuas, mixtecas, huaves y zoques cuentan con mitos que describen aves y mujeres terribles con dientes en sus genitales.
Mi cuate, Oswaldo Chinchilla, aborda el tema en un estudio titulado La vagina dentada: una intrpretación de la estela 25 de Izapa y las guacamayas del juego de pelota de Copán. Gracias a mi cuata, Dina, por la pista.
El resumen del trabajo de Oswaldo dice:Las aves representadas en la Estela 25 de Izapa y el juego de pelota de Copán forman el punto de partida para un examen del tema mitológico de la vagina dentada en Mesoamérica, y sus expresiones en el arte y la narrativa. Un amplio conjunto de narraciones mitológicas recopiladas en México y Guatemala sirve como base para un examen de la historia de Siete Guacamayo en el Popol Vuh, la cual se interpreta como una variante de un mito ampliamente difundido, relacionado con el origen del Sol y la Luna. La identificación de asuntos comunes,entre ellos el de la vagina dentada, refuerza la relación entre el mito del Popol Vuh y las representaciones de Izapa y Copán. A la vez, revela detalles poco conocidos sobre el simbolismo sexual presente en los mitos cosmogónicos mesoamericanos.
La foto de Oswaldo Chinchilla, es un detalle de la guacamaya de estuco del primer juego de pelota de copán, que muestra el brazo cercenado en las fauces de la serpiente emplumada en el vientre de la guacamaya.
En la Avenida de la Reforma se halla el monumento a la madre, obra del escultor español, José Nicolás. A lo mejor es que yo veo micos aparejados; pero la estructura que está detrás de la madre es una vagina estilizada, organo inequívocamente relacionado con la maternidad.
La foto, por cierto es de Muniguate.
Todo esto viene a cuento por el lío que se armó a causa de la procesión de la poderosa vulva, organizada por un grupo de mujeres el 8 de marzo pasado. En ella participaron la Secretaria General de la Asociación de Estudiantes Universitarios, de la universidad estatal; y el Procurador de los Derechos Humanos (que dice que sólo andaba por ahí).
A mí, ese tipo de expresiones estridentes me parecen de mal gusto, además de ser muy desatinadas. Desatinadas no sólo porque no ayudan a entender la naturaleza liberal de la lucha por la igualdad de todos ante la ley (que es la lucha contra los privilegios), sino que genera una reacción conservadora agresiva que obstaculiza no sólo la lucha por aquel valor innegablemente liberal, sino que oscurece la defensa de la libertad de expresión, que es otro valor innegablemente liberal.
Esa reacción conservadora inhibe a muchos liberales de involucrarse plena y cómodamente en temas como la igualdad de derechos para las mujeres, o la libertad de expresión, temas que han sido cooptados por grupos como el que organizó la celebre procesión aquella.
En busca de una sociedad abierta, el compromiso -de los otros- con la libertad de expresión no se pone a tan a prueba cuando opinas que el gobierno es corrupto, como cuando tus opiniones (o tus actos) les resultan ofensivos a algunos miembros de la sociedad. El compromiso personal con la libertad de expresión, como un valor que está a la altura de otros derechos como la libertad de conciencia, el derecho a la vida, el derecho a la búsqueda de la felicidad y el derecho a la propiedad se pone a prueba en casos como el citado.
Es muy poderosa la tentación de coartar la libertad de expresión de unos, porque otros resultan ofendidos en sus valores más caros. Pero el caso es que todos tenemos valores caros, y todos quisiéramos que no fueran mancillados. Si todos tuviéramos la facultad de coartar la libertad de expresión de quienes ofenden nuestros valores caros, ¿hasta dónde llegaríamos para justificar todo tipo de mordazas para la libertad de expresión? ¿Cuánto tiempo tardaríamos en construir una sociedad cerrada y estéril en la que no pudieran prosperar las ideas distintas, dirsuptoras, audaces y diferentes? ¿Los valores caros de quiénes, prevalecerían sobre los valores caros de quiénes?
A la libertad se le hace un mejor servicio al defender la libertad de expresión, que al sostener -sin más contexto- que nadie debería ofenderte. Pero en el espíritu de lo comentado en el párrafo anterior, hay que hacer una distinción importante: no es lo mismo ofender con el ánimo de ofender (que es reprochable); que ofender porque tus expresiiones le resultan ofensivas a alguien más. El carácter ofensivo de una forma de expresión, no debe depender de la percepción del potencial ofendido (para quien casi cualquier cosa podría resultarle ofensiva), sino de la intención del presunto ofensor. En última instancia, cuando se ejerce la libertad de expresión, nunca está de más ejercer dos virtudes importantes: la prudencia y la empatía, de la mano de la dignidad.
De ahi que una vulva relacionada con la maternidad (como la del monumento en la Reforma) no tenga posibilidades de ser ofensiva; en tanto que una vulva que parodia evidentemente a un ícono importante para un grupo social específico (deliberadamente paseada frente a la sede de ese grupo específico) sí sea objetivamente ofensiva.
Si te interesa este tema, te invito a ver la conferencia de Flemning Rose titulada: Attacks on Freedom of Speech in Today´s World.