Recuerdo re bien la primera vez que comí alcachofas; fue en la casa de mi abuela, Frances, durante un almuerzo y debo haber tenido cerca de 6, o 7 años. Mi madre se sentó junto a mí y me enseño a tomar hoja por hoja, mojarla en el aderezo y a halar la “carne” con los dientes. Luego, con un cuchillo filoso me enseño como remover las hojas y dejar expuesto el corazón sin llegar a las espinas de arriba. ¡Ah, qué éxtasis cuando comí corazón de alcachofa por primera vez! Es tan rico que todavía me emociona.
Mi forma favorita de comerlas es cocidas al vapor, frías y aderezadas sólo con aceite de oliva extra virgen y sal. Sólo así para disfrutar bien de sus sabores naturales. También me gustan los corazones con spaghetti, con una salsa de buena crema y muy, pero muy ligeramente sazonada con sal y nuez moscada.
El miércoles, durante un almuerzo al que me invitaron, la entrada era salmón ahumado sobre corazón fresco de alcachofas, acompañado con huevos de codorniz y aderezados con salsa mayonesa y decorados con recortes de gelatina delicadamente sazonada. Sobra decir que me quedé con ganas de más.
Por eso es que hoy decidí que almorzaríamos alcachofas en casa, aunque sin salmón; pero…eso sí, acompañando un tradicional spaghetti con anchoas.
Qué envidia. Por cierto, tú has de conocer los chufles. Mi mamá los hacía con recado de tomate y cebolla. Todas las personas a quienes les pregunto me ven como que soñé algo extraño. Ya los busqué en Internet y sí existen. Son de temporada de lluvia. Tal vez se consiguen en el mercado central.
Sipi. En Paiz a veces hay chufles. En la casa, de cuando en cuando se los ponen a los frijoles parados cuando los van a cocer. Seguro que hay en los mercados. Yo no soy fan, pero si me los ponen me los como con gusto. OOXX