¡Ay caray!, como si el fiambre no fuera suficiente delicia para la celebración de este día en casa preparan un magnífico helado de camotes aderezado con mermelada de mandarinas.
El color cremoso y amarillo intenso de los camotes combina maravillosamente con el dorado y anaranjado de las mandarinas; escogidas una por una de modo que sus cáscaras sean impecables y aromáticas como uno no puede imaginarse.
Los sabores y los aromas se combinan graciosa y generosamente para producir una experiencia intensa y algo lujuriosa. Este helado es perfecto para amarrar un almuerzón de fiambre porque a la tradición de aquel plato propio de este día se le añade la innovación audaz a partir de otro plato tradicional como lo es el dulce de camotes, o ate de camotes.