Cuando me desperté, hoy en la mañana, el cielo estaba de un rojo ígneo y fiero muy impresionante. En lo que fui a por mi cámara el rojo se convirtió en una paleta de rojos, anaranjados, amarillos, celestes y violetas. Pocos segundos después noté que desde el sur del valle una niebla particularmente espesa estaba cubriéndolo todo. Arboles, edificios y casas quedaron bajo el manto nuboso. Y todo ello ocurrió frente a mis ojos.
Con un amanecer así, qué más se puede pedir.