Hace doce años, en un día como hoy, tomé una de las mejores decisiones de mi vida. Una de las decisiones más importantes, atinadas y valiosas. Por eso es que hoy es un día de celebración para mí y para las personas con quienes tengo la dicha de compartir el camino.
Voy a usar una metáfora y voy a decir que hace 12 años el barco de mi vida se hallaba atravesando un huracán; y que al tomar la decisión de arriar las velas se salvó la nave. Fue una de las ocasiones en las que actuar racionalmente -contra los caprichos y los impulsos del momento-, aunque no contra los sentimientos, ha traído mejores personas, mejores experiencias y mejores momentos a mi vida.
En este día de fiesta y en mi casa se celebran el amor, la amistad y el cariño. Se celebra alegría de compartir las jornadas y la de saberse acompañado y apoyado en las buenas y en las malas. Se celebra el encuentro. Se celebran los valores en común. Se celebran las risas, la esperanza, la bondad, la nobleza y se celebra todo lo que es bueno y es bello. Se celebra la belleza.
Desde hace 12 años, cada 28 de marzo alzo mi copa y el cava es el fluido manso que me lleva a una terraza, bajo las estrellas y la luna; y al momento en el que la vida me dio otra mano y me llenó de bendiciones.
¡Eres!