Tres historias de gansos

Mi abuela contaba que en la casa de su abuela se comía ganso, en vez de pavo, para la Navidad; y yo andaba con ganas de probar ganso.  Allá por los años 90 -y por poco tiempo- vendían pechugas de ganso en el supermercado y en dos ocasiones preparé unas muy sabrosas.  Y desde entonces no he vuelto a comer carne de esas aves.

Por eso me dio gusto y se me hizo agua la boca al ver a este par, que igual no vendrán a parara a mi cocina porque son mascotas de la mamá de mi cuate, Fernando.

Cundo yo estudiaba Derecho, un cuate entró muy enojado a la clase y espetó:  ¡Estoy para ver…! Y no terminó la frase porque ahí estaba la profesora.  Mi cuate tuvo el ingenio de decir ¡Estoy para ver…gansos! y salió airoso.   Desde entonces, muchos de los que estabamos en el aula todavía decimos ¡Estoy para ver gansos!, cuando lo que queremos decir es ¡Estoy para vergazos!  

Los gansos también me recuerdan a Pánfilo Ganso, un personaje de Disney, sobrino de Rico McPato. Debido a su buena suerte, Pánfilo no posee logros de los cuales pueda estar orgulloso, ni tiene metas ya que es incapaz de planificar algo a largo plazo. Contrasta con su tio McPato, que ha debido esforzarse para obtener provecho, está fuertemente motivado por sus metas y se enorgullece por acumular fortuna hecha de su propio esfuerzo. En cambio, Pánfilo encuentra detestable el trabajo y tuvo una sola colocación como empleado en toda su vida.

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