Pasta e basta era uno de mis restaurantes favoritos. Nadie hacía la carbonara tan buena como Maurizio Arienti, su chef y propietario; y sus pizzas y sus pastas eran magníficas porque sus sabores eran primordiales, eran frescas y francas. También extrañaré, mucho, sus lenguas de gato.
Ir a Pasta e basta siempre era agradable, no sólo porque uno sabía que iba a comer sabroso; sino por la atención personalizada de Maurizio y porque -en su ambiente íntimo- uno siempre se sentía bienvenido.
Ahora, cuando pase caminando por la Plaza España no me parecerá raro que sienta algo de nostalgia, y que busque el aroma a aceite de oliva, a albahaca, y a pasta fresca…que ya no estará ahí.
Después de casi 10 años de hacer felices a sus clientes, Pasta e basta cerró sus puertas; y al perder ese rincón encantador, la Ciudad perdió uno de sus secretos mejor guardados.
Pasta e basta es el segundo restaurante italiano que me deja triste al cerrar sus puertas. El primero fue El Capuchino, de don Franco y doña María, que cerró sus puertas en La Antigua hace como 10 años, y todavía suspiro por él y su spaghetti con pulpo y su minestrone.
La foto, por cierto, es de los últimos raviolique comí en Pasta y basta, anoche, cuando Maurizio tuvo la gentileza de invitarnos a una despedida. ¡Muchos éxitos en lo que emprendas ahora, caro amico!
Gracias a Así es la vida, por la foto.
y sera que no tiene planes de abrirlo de nuevo, la verdad si da tristeza enterarse de esta noticia
saludos