Los partidos oficialistas, Unidad Nacional de la Esperanza y Gran Alianza Nacional, amenazaron con movilizar gente si no se hace su voluntad en el Congreso. El uso de acarreados, para intimidar y para presionar, es un recurso que les gusta a estos personajes; y no tienen escrúpulos para usarlos.
En septiembre de 2010, el mismísimo Alvaro San Nicolás Colom amenazó con llevar acarreados al Congreso para conseguir un alza a los impuestos. Hasta funcionarios de tercera categoría amenazan con invadir con turbas si creen que eso es necesario.
¿Qué tan canalla hay que ser para agarrar un montón de gente, encaramarla en un autobús y traerla a recibir sol en la ciudad? Cuando se la entrevista, la gente de la que se sirven Los Colom no sabe a qué viene, y muchos vienen chantajeados porque si no lo hacen les quitan las canastas básicas que regala Sandra Evita Torres; otros vienen coaccionados porque si no los hacen pierden los empleos que les dá Alvaro Santa Clos Colóm. Ahora pienso mucho en los acarreados porque quienes hacen uso de esas personas los han cosificado. Cual objetos se los trae, se los mueve, se los coloca, se los expone y se los usa -sin escrúpulos- precisamente porque entre ellos se halla no más vulnerable de la población guatemalteca.
Pero esta estrategia del oficialismo no sólo es inaceptable por canalla e inhumana, sino porque es una afrenta contra la institucionalidad y un desafío violento contra la construcción de una república sana.
El partido oficial no puede pretender que se haga su voluntad, porque sí, en el Congreso de la República. Y la división del poder debe prevalecer sobre los caprichos del Ejecutivo.
Pueden llegar al poder, pero finalmente no dejan de comportarse como “chusma” de acuerdo a la RAE: “muchedumbre de gente vulgar”