Ayer nos enteramos de que, el año pasado, 56 niños fueron abandonados por sus padres. Muchos de ellos son dejados en vías públicas y basureros, desnudos y a la intemperie. Estos bebés, rechazados por sus padres, caen en manos de funcionarios y políticos.
Aquella cifra, de poquito más de un bebé cada semana, es de los que se tiene conocimiento. Puedo suponer que si hay niños que son arrojados a la basura, o en los drenajes, de muchos de ellos nunca se llega a saber.
Este es el legado de la ley antiadopciones y de todos aquellos que la promovieron, la empujaron, y la defendieron: la Unicef, varias embajadas de países amigos, la comunidad oenegera, y Los Berger, entre otros.
Yo digo que a muchos de aquellos niños, su inicio en la vida sería menos triste si sus padres tuvieran la opción de ceder la patria potestad a cambio de dinero para cuidados prenatales y posnatales. Muchos de aquellos niños -con excepción de aquellos cuyos padres son verdaderos enanejados- comenzarían su vida en circunstancias menos ominosas, si sus padres no estuvieran entre la espada y la pared como consecuencia de la ley antiadopciones.
En lo que va de 2011 cinco niños han sido abandonados en la carrocería de un camión, en una caja de cartón y en la Catedral. Y yo digo…si como sociedad vamos a seguir evadiendo la realidad de la ley antiadopciones…¿será que a la gente que abandona a sus niños no se le ocurre que si va a dejar tirado a su bebé es mejor dejarlo en una banca de la Catedral, que tirado entre la basura?
…ah, y a esta cifra, por cierto, hay que sumarle los 65 mil niños potenciales que son abortados cada año.
[…] de cumpleaños y sin esperanza. El precio es, ¿cuántos cuerpecitos fríos en un desagüe, o envueltos en periódicos, en un […]