El ichintal es bocatto di cardinale. Anoche lo cenamos en casa, envuelto en huevo y con salsa de tomate. En casa de mis padres y de mis abuelas se comía también en cubos, con tomate y cebolla picados.
Este tubérculo es la raíz del güisquil o chayote. Tiene un sabor delicado y una consistencia muy agradable. Podría decirse que recuerda a la papa; pero es más jugoso. Definitivamente no tiene la consistencia de la yuca, ni la de la malanga. El ichintal tiene su propia personalidad y yo me atrevería a decir que es la aristócrata de los tubérculos; únicamente comparable con los añorados y desaparecidos salsifíes.
A mí me gustaba desde niño y ahora tenía ratales de no comerlo. Me dio mucha alegría comerlo y me trajo muchos recuerdos; especialmente de cuando todavía comíamos toda la familia en la mesa a la hora del almuerzo.
Hace ratos, por cierto, la revista Time publicó un artículo titulado The Magic of the Family Dinner; y el mismo sostiene que los niños que comen con sus padres son más sanos, más felices y mejores estudiantes; por lo que la tradición de comer en familia está volviendo a ser practicada. A mí me hacía feliz cuando la mesa estaba llena de gente -y platos como el ichintal elevaban la calidad de la experiencia-.
Yo me creo lo de que comer en familia es buena idea porque uno aprende a conversar; la conversación es intergeneracional; se habla de los temas del día y de temas variados; y hace que el momento de comer no sea simplemente una sucesión de egulliciones.
Luisfi tiene razón. Dos comentarios, mi abuelita nos hacía de todos tipos de platos y comiamos mucho ichintal, pero jamas lo había visto escrito y creo que hoy es la primera vez que lo escribo yo. En mi larga lista de idas al mercado no recuerdo haberlo escrito.
Por otro lado, comer en familia es lo más placentero que hay, es muy divertido e instrucctivo, allí aprendemos a conocer de todos los temas de boca de las personas que amamos y claro a comerse todo lo que hay en el plato. Mi abuelita Ana nos enseño a que “nada se despercicia” y “aquí en esta casa la cortesía es dejar el plato limpio”.
Ahora con el corre, corre, ya no hay tanto tiempo de esto, pero la casa donde hay niños debe haber al menos una comida juntos al día.
Es de mis verduras favoritas. Cada vez que acompaño a mi madre al mercado (ir de compras a la terminal es una experiencia de la que hay que hablar uno de estos días). Actualmente es bastante caro, y la preparación siempre me deja con grandes gotas blancas en mis brazos (no se porque la leche del ichintal termina siempre cubriéndome toda), pero el disfrutarlo bañado en salsa es un placer incomparable.
Respecto a comer en familia, aún lo practicamos en la mía y es un disfrute tener a todos alrededor de la mesa, aprendiendo a llevar cuatro conversaciones a la vez sin perder el hilo de ninguna, además de disfrutar los comentarios de los niños que siempre aderezan la comida.
Usted tiene mucha razòn Luisfi, por una parte el ichintal es el “aristòcrata entre los tubèrculos” porque es delicioso! Y por otra parte la importancia de comer en familia, esa llamada “sobremesa” ha quedado relegada debido a que los padres de familia en sus afanes diarios han descartado esa magnìfica posibilidad de compartir un momento con sus hijos y poder conocerlos màs. Luego los hijos crecen y repiten ese mismo patròn que tuvieron en su hogar. Tomemos nota que las horas de la comida no son un simple acto autòmata de tragarse los sagrados alimentos sino una oportunidad de savoir vivre!!