El sábado en la madrugada ocurrió en la Zona Viva por donde pasean y parrandean guatemaltecos y extranjeros; pero también ya ocurrió en el centro comercial y hotel Tikal Futura -donde pasean y hacen sus compras muchos guatemaltecos y visitantes-; y claro, también pasó en el centro comercial Pradera Concepción. ¿Será que los chapines nos vamos a tener que acostumbrar a vivir entre balaceras?
Las zonas altamente delincuenciales de la ciudad de Guatemala ya no están limitadas a los barrios marginales en donde mareros, distribuidores de drogas, extorsionistas y otros delincuentes tienen a los habitantes de rehenes. Ya no son sólo el barrio El Gallito, o la colonia Carolingia, para mencionar sólo dos. Las zonas altamente delincuenciales de la ciudad de Guatemala, son las zonas en las que usted -el lector- trabaja, vive y hace sus compras, y su vida social.
A las 2:30 a.m. del sábado pasado, un grupo de personas comía en la Zona Viva (¿Zona Viva?), cuando dos autos se detuvieron frente a un restaurante. Los hombre que bajaron de los vehículos dispararon, y una ráfaga de balas cayó sobre los comensales y otras personas que andaban por ahí. Hubo tres muertos y varios heridos.
Actos como este, por cierto, sólo se explican en el contexto de la criminalización de las drogas; porque, aunque si bien es cierto que nuestro sistema de justicia y de seguridad son ñaques, intereses como los que estaban en conflicto para que se generara el ataque y armas como las que fueron usadas en el mismo, son propios de la guerra contra las drogas. Las cosas sólo pareciera que se van a poner peor si tomamos en cuenta lo que la criminalización de las drogas ha hecho en sociedades como la colombiana y la mexicana.
Por eso es preciso identificar bien cuál es la causa de actos como el que ahora repudiamos. Sí, es cierto que la Administración local es incapaz de proveer seguridad y justicia; pero aún cuando las pudiera proveer, la criminalización de las drogas es la causa de fondo y mientras esta exista, habrá sucesos como los del sábado en la madrugada. Y yo no quiero tener que acostumbrarme a vivir entre balaceras. ¿Y usted?