Hasta el momento, el épico rescate de los mineros chilenos va bien encaminado. Rescate que sólo es posible gracias a tecnología de punta y a los conocimientos científicos que la hacen posible. Es posible, sólo gracias a una filosofía que distingue entre la realidad y la ficción, y que toma en cuenta los hechos y la verdad; una filosofía que lo que es objetivo, de lo que es caprichoso, arbitrario e irracional.
Las penas y dificultades que aquellos mineros han tenido que soportar, desde el 5 de agosto pasado son de dimensiones homéricas; y va mi simpatía para con ellos y sus familias. Y en el marco de los dramáticos sucesos en los que se vieron envueltos, vale la pena mencionar a los héroes técnicos y rescatistas que han están haciendo posible este rescate que no tiene igual en la historia de la humanidad.
A mí, para mencionar un sólo ejemplo, me impresionó mucho la actuación del rescatista Manuel González que tuvo que descender al lugar donde están atrapados los mineros. González me recordó a los rescatistas y técnicos que, durante en medio de desastres como deslaves, terremotos, erupciones y otros, arriesgan sus vidas y su seguridad personal para salvar vidas, rescatar cuerpos o despejar vías. Los rescatistas son mis héroes.