El cineasta Nicolás Battle vino a Guatemala y apoyó la idea de que los cineastas locales deberían tener la facultad de tomar dinero ajeno, por la fuerza, y destinarlo políticamente para satisfacer sus inquietudes aunque los propietarios de aquel dinero no deseen que sea así. ¡Por supuesto, y claro, que Battle no lo puso así!; pero, ¿qué, si no eso, es la pretensión de que haya una ley que fomente el cine nacional con dinero de los tributarios?
No es por nada que Federico Bastiat escribió que El estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo; y a pesar de la generalización injusta de Bastiat, se entiende el punto. ¿O no? El estado es una gran ficción que sirve a los gorrones. Como los cineastas que andan promoviendo la ley citada.
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This entry was posted on viernes, mayo 21st, 2010 at 11:16 am and is filed under abusos, cine, privilegios.
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Nótese que el gorrón también exige que no haya censura del gobierno. Quieren el dinero del gobierno pero no quieren que el gobierno les diga qué hacer con él. Así que a costillas de los contribuyentes podrían crear "arte" que sea repugnante tanto para gobernantes como para contribuyentes, como pasó en los EEUU con el National Endowment for the Arts (NEA), el cual repartía pisto de los tributarios a "artistas" progre que enmarcaban fotografías de la Virgen María cubierta en heces y un crucifijo sumergido en orina (el famoso "Piss Christ".) Por supuesto que estoy en contra de la censura gubernamental, pero también estoy en contra de obligar a alguien a financiar indirectamente obras que le son repugnantes o inmorales. Si no quieren que el gobierno los regule, entonces dejen de arrimarse a él! Hagan sus películas progre por su propia cuenta y que sea el mercado democráctio que juzgue sus méritos artísticos.