Ahora que me topé con historias sobre funerales extraños, en Telurica, me acordé de algunas historias parecidas que les cuento al costo, y que como le las contaron, se las cuento.
Mi amiga, Olga, contaba que en el pueblo de su abuela se acostumbraba bailar al muerto. Es decir que, en algún momento del funeral el cadáver era sacado de su cajón y algunos miembros de su familia bailaban con él.
Ahora no recuerdo quién fue; pero quien lo contó aseguraba que es verdad. En cierto pueblo, al cadáver se le rompe un brazo, mismo que se deja fuera del ataúd, de modo que cuando los deudos lo llevan en hombros, entre su casa y el cementerio, el brazo va colgando y por el meneíto pareciera que va saludando.
Mucha gente en el altiplano compra su caja de muerto en vida y con tiempo; muchos la tienen en su casa. Y los moribundos que no han podido hacerlo, no se mueren tranquilos hasta que no ven su cajón.
La abuelita de mi amigo, Raúl, pasó varios días en agonía; de modo que, como es la costumbre, la familia construyó una galera en el patio de la casa para recibir a la gente que asistiría al funeral. Igualmente mandaron a hacer pan y tamales para el funeral. Pero la abuelita no falleció y al despertar, lo primero que dijo fue: tengo hambre.
Cuando mi papá era asesor en viajes celestiales, supo de una señora que había mandado a hacer todo el kit para su funeral en color malva. Féretro malva, forro malva, camisón malva, cortinas y candelas malva, cojines malva…todo malva.
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This entry was posted on sábado, septiembre 26th, 2009 at 10:01 am and is filed under funeraria, Telurica.
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Hay veces que no entendemos o no respetamos lo que es distino a lo propio, pero creo que sólo quien conoce las múltiples facetas del asunto, lo puede entender completamente.En todo caso, me parecen fascinantes la gente y sus excentricidades.Saludos,Pedro A. Martínez