Cándido no paraba de atorarse de la risa esta mañana. “Vea usted”, me dijo. “El honor vicepresidencial está a salvo, y yo tan mal pensado”. Acto seguido, el buen hombre me mostró la noticia de que el vicepresidente, Rafael Espada, dió a conocer que ¡localizaron micrófonos escondidos! en dos teléfonos y en la calculadora de su oficina. Los aparatos fueron hallados durante una segunda inspección.
“Francamente daba grima. ¿Se imagina, usted, que alguien ponga micrófonos y cámaras en el despacho presidencial y que ningunee a Rafael Espada? El pobre Médico Machete, ¡que obra portentos!, debe haberse sentido como víctima de la exclusión. Afortunadamente hubo una segunda inspección y en esa ocasión sí encontraron aparatos de espionaje de acuerdo con la alta investidura del cirujano”, me expicó Cándido.
“Si les ponen micrófonos a don Alvaro y a doña Sandra Evita –y si Chávez denuncia una conspiración para asesinarlo y para dar un golpe de estado- ¿iba usted a creer que las fuerzas oscuras iban a ignorar a don Rafa? ¡Que va!, lo que pasa es que en la primera inspección fueron unos ineptos y no hallaron los aparatos”, concluyó Cándido, mientras tomaba algo de agua, para aliviar la risa.
Luis:Creo que todos los guatemaltecos debemos no reir, sino carcajearnos de esa fábula y ridícula exposición sin dignidad de ese Machete. Excelente artículo. Tulio Fernández