Malas costumbres chapinas

Hay una manía chapina que a mí me siempre me incomoda: la de suponer que si alguien no está de acuerdo con uno, es porque está involucrado en a saber qué.

Cuando se discutía el tema de la convenciencia, o no, de aceptar el funcionamiento de la Comisión de Investigación de Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad, muchos de sus promotores decían que quienes estaban en contra de aquella nefasta propuesta seguro que eran miembros de alguna mafia, o de algún aparato clandestino o cuerpo ilegal. Cuando se discute la legalización de las drogas, no falta quien diga que quienes favorecen esa política son narcos. Cuando se habla de que la autorización de la venta de riñones reduciría la escasez de estos y la delincuencia alrededor de su obtención, abundan quienes suponen que seguramente ahí hay intereses económicos involucrados. Si alguien se atreve a advertir contra la monopolización y centralización de la adopción, ¿quién duda de que ahí haya interés comercial? Si alguien escribe un libro de Historia, y cuestiona la Historia oficial, para algunos seres, de plano que el autor está vendido.

Hoy vemos un ejemplo de esos cuando una diputada asegura que “las personas que se van a ver afectadas son las que más resistencia van a poner”, al referirse a una ley de paternidad responsable que está por ser discutida en el Congreso. Yo estoy totalmente a favor de la paternidad responsable; y creo que la irresponsabilidad paterna (y materna) es la raíz de muchos males en la sociedad guatemalteca; pero es maniqueo y peligroso que los políticos supongan que porque alguien se opone a una de sus iniciativas, necesariamente es por mala fe.

A estas alturas no tengo opinión alguna sobre la citada iniciativa legislativa; pero…¿y si la tuviera? ¿Y si me pareciera absura, como son absurdas docenas de iniciativas parecidas? ¿Supondrán los pipoldermos que he dejado hijos regados por ahí?

Tristemente, la mentalidad chapina va como aquella canción de Thalia que dice:

Parece que somos armas mortales/ Pues sin miedo mutilamos sentimientos naturales/ Destrozamos la alegría, acabamos con la vida/ Sabotajes para el alma, tropezones y apatía/ Juzgamos a todos los que encontramos/ Destrozamos sus creencias y evadimos sus razones/ Que si es guapo, pues es gay, que si es rico es del cartel/ Que si es joven y es muy bella la cuchilla estuvo en ella.

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  1. A mí también me pone como la gran, esa maldita manía. Es más – salvando las distancias – la otra vez discutíamos con un cuate acerca de la selección de fut y cuando le rebatía que eran unos malos jugadores (y eso que soy acerrimo jugador y amante del futbol),me contestó: “es que no sos guatemalteco de corazón”, “no sos chapín”… a lo que le contesté: “si le voy o no a la sele no me hace más o menos chapín (y eso que yo profeso fielmente ser chapinísimo de corazón!). Entonces como aquí los guatemaltecos tenemos la manía de andar viendo con el “ojo ajeno” no es de extrañarse que siempre haya una “puntita de hilo para halar y deshacer la prenda” (puchis y esa mi fumada??). Saludos Luis.