“Cuba tiene una de las más altas, si no la más alta, tasa de médicos per capita en el mundo. El público general puede que vea un gran número de médicos como algo bueno, pero eso es sólo porque ignora el costo de oportunidad de los médicos. No sólo es caro entrenar médicos, sino que los individuos que se vuelven médicos, usualmente son capaces de ser bastante productivos en otras ocupaciones”. Así dice el estudio titulado Schooling vs. Human Capital: How Prepared is Cuba´s Labor Force to Funcion in a Market Economy, por Luis Locay.
Estas notas vienen al caso porque el vicepresidente guatemalteco, Rafael Espada, agarró para Cuba en busca de apoyo para el sistema de salud rural en Guatemala.
“Más allá de cierto punto, el retorno social de un médico adicional es más bajo que el costo social. Con un nivel de médicos per capita que es muchas veces más alto que el de países más ricos de la región, con mejores, o comparables niveles de expectativa de vida, Cuba ha ido bastante más allá de aquel nivel óptimo. Más que una indicación de éxito, el número elevado de médicos es un signo de patología. Independientemente de su eficiencia, el alto número de médicos en Cuba, dificilmente será sostenible en una economía más orientada al mercado”, explica el estudio.
El hecho es que, por decisión política, la tiranía cubana produce más médicos de los que necesita, o puede mantener. Siendo una dictadura, el régimen cubano puede utilizar como mano de obra barata y para sus propósitos políticos a toda esa fuerza laboral de médicos. Y los usa bien. Los manda a Africa, o a Guatemala. Y en lugares como estos, entre gente como Espada, ese uso político de individuos no es mal visto. Por eso es que el médico machete, con espíritu de ingeniero social, y de reformador, quiere copiar el sistema cubano.
“Rafa está mal de la cabeza”, me acaba de decir un amigo suyo, pero pienso que no. Pienso que al pobre hombre le ha ocurrido algo que es muy triste y peligroso: ahora cree que tiene el poder de hacer lo que siempre quiso. El va a usar ese poder; y ¡Ay de aquel que ose cuestionar sus designios!, porque el es médico de corazones, y si un cardiólogo puede ganarle una vida a Dios, ¿cómo no va a hacer otras maravillas?
El vicepresidente está en lo suyo y va a traer lo mejor de la dictadura a Guatemala. Ojalá fuera una broma.