Un fantasma

El fantasma de la reforma constitucional recorre Guatemala; no porque la reforma de la ley fundamental sea mala por sí misma, sino porque: no se sabe qué es lo que quieren reformar los promotores del cambio y solo hay rumores; el presidente Pérez Molina mencionó algo acerca de promover la propuesta generada por la Usac, la URL, y la Asies, que superficial y cosmética además de que se enfoca en reacomodar y concentrar el poder en las comisiones de Postulación de magistrados en la CSJ y en la de Jefe del MP; además, el fantasma no toma en cuenta que hay propuestas más comprehensivas, como Pro Reforma, que fue solicitada por 73 mil ciudadanos.

Se dice que la Constitución debe ser reformada porque es hija de su tiempo y que las cosas han cambiado; empero, esto ocurre solo porque nuestra Ley Fundamental está plagada de normativas específicas y particulares. Si la Carta Magna fuera una ley general y abstracta, su contenido sería intemporal. Cualquier cambio que se le haga a la Constitución debería apuntar a erradicar las normativas específicas y particulares en su contenido, y a que el texto constitucional sea un límite efectivo para quienes ejercen temporalmente el poder.

Dice el jurista guatemalteco, Alberto Herrarte, que la Constitución es un sistema de normas que regulan las relaciones entre los detentadores del poder y los destinatarios del mismo; así como la relación entre los diferentes detentadores del poder. Y en una república sana, esa relación debe ser una en la que los destinatarios del poder sean los mandantes, en tanto que los detentadores del poder sean los mandatarios. Por eso no es extraño que Keith Rossen afirme que las finalidades esenciales de una constitución son las de distribuir y limitar los poderes del gobierno.

Rossen sostiene que la mejor explicación de los fracasos del constitucionalismo latinoamericano yace en la cultura jurídica. Y por cultura jurídica entiende el juego de valores y actitudes del lego y del profesional con respecto al derecho, lo que determina, principalmente, qué aspectos del sistema jurídico y formal funcionan y cuáles no.

Por eso es importante que tú y yo, como ciudadanos, tributarios y como poder constituyente rechacemos la cultura de privilegios y la de concentrar el poder. ¡Exprésate!

Esta columna fue publicada en El Periódico.

Comments

comments

Comments are closed.