Los implantes mamarios que han escandalizado al mundo, al explotar dentro del cuerpo de sus portadoras, fueron usados en Guatemala -durante años- a pesar de que estos carecían de licencia sanitaria.
Cándido leyó la noticia, dejó a un lado el bocado de tamal negro que se iba a comer, y me dijo: ¡Ya papo!, ¿usté cree que la licencia sanitaria chapina hubiera cambiado en algo las cosas? Si un producto tiene “licencia sanitaria” francesa, española, gringa, brasileña o mexicana; pero no guatemalteca, ¿usté cree que habría diferencia? Digo…los que dan las licencias sanitarias en Guatemala, ¿con que fundamento le negarán licencias a productos que ya tienen licencias de otros países? ¿Lo harán?
Cándido terminó su tamal, y me vió con cara de preocupación. Y me preguntó. ¿Qué van a hacer con sus teticas todas las chavas que se las hicieron con implantes PIP?
Osea que según Cándido, ¿deberíamos de regirnos con las licencias que se dan en otros países?
Pues…a mí me dejó pensando. Digo, porque ¿qué de malo, comparado con una licencia chapina, tendría una alemana, o gringa? Y…¿por qué son diferentes los políticos y burócratas que controlan las licencias chapinas, de los políticos y burócratas que controlan la educación estatal, la salud estatal, el aeropuerto estatal, los museos estatales chapines…y todo eso? En fin…food for thought. Más audaz, aún, ¿los implantes PIP estaban aprobados por la agencia de licencias francesa? ¿Debería haber licencias?
Creo que las licencias están, para garantizar que el servicio prestado, cumple ciertos estándares de calidad y que además se pueda deducir responsabilidades, en caso de no ser así.
Gracias a eso, en Colombia serán retirados sin costo para los afectados y en Venezuela demandarán a los vendedores de los implantes defectuosos.
En Guatemala, sinceramente ¿cual de esas dos opciones prosperaría?, ¿o habría otra alternativa para resarcir por un producto defectuoso?.
Saludos.