El que pinta pared y mesa, decía mi abuela, demuestra su bajeza. El domingo pasado, miembros de las organizaciones que participaron en la manifestación del Día del Trabajo, tuvieron la oportunidad de demostrar su bajeza porque no sólo hicieron pintas en las paredes de los edificios por donde circuló su marcha conmemorativa; sino que también pintaron los monumentos instalados en el Paseo de la Sexta Avenida, los cuales tendrán que ser reparados para devolverlos a su estado anterior.
En octubre pasado un grupo de patojos chispudos se hizo cargo de limpiar las pintas que la dirigencia popular dejó, en aquel mismo espacio, con motivo de la celebración de La Revolución. Para ellos van mis respetos; mientras que para los mucos que pintan calles y monumentos va mi mas sincera e irrespetuosa expresión de repudio.
¡Vergüenza, les debería dar!…sobre todo porque, encima, los universitarios huelgueros ni siquiera saben escribir.
Bueno y que se esperaba por parte de los “combativos compañeros” sindicalistas, su pobreza ideologica no los hace pasar de las benditas “pintas” y tanto mejor si la aplican sobre un monumento historico;esa es su gran accion; para esa marcha de plano suspiraran por las monumentales ruinas del Mirador o Tikal.