Populismo, Biblia y poder

La Biblia debe ser leída -durante por lo menos siete minutos al día, todos los días- de acuerdo con un decreto aprobado en El Salvador que se aplica a todos los centros educativos del país vecino.
Aunque en El Salvador no hay religión oficial, igual que aquí en Guatemala, la Iglesia Católica de aquel país tiene el privilegio de que la Constitución reconoce su personalidad jurídica, en tanto que otras denominaciones tienen que someterse a alguna forma de trámite. No obstante, el Arzbispo de San Salvador pidió el veto del decreto, no sólo porque es inconstitucional, sino porque opina -atinadamente- que la enseñanza religiosa les corresponde a los padres, y no a los maestros.
Lo que para los pelos es la opinión de un legislador independiente, que dijo que no se puede trasladar la responsabilidad de enseñar valores morales a los padres de famila. ¡Hágame usted el favor!
Esto me recordó, entonces, algo que escribió Frank Herbert: Cuando la religión y la política viajan en el mismo carruaje, los pasajeros creen que nada puede interponerse en su camino.

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