26
Abr 09

Alegre excursión al cementerio

El Cementerio General de la ciudad de Guatemala es un espacio rico en historia y arte; así que, un grupo de amigos y yo fuimos a visitarlo el sábado pasado. Fuimos como parte de una excursión organizada por el Museo Popol Vuh.

Lo primero que llama la atención es lo saqueado, sucio y abandonado que está; pero luego, cuando uno va prestando atención, le agarra el modo al lugar. ¿De qué me acuerdo cada vez que voy a ese lugar? De No es serio este cementerio, de Mecano.

El Cementerio General no me es ajeno porque durante algún tiempo acompañaba a mi abuela, Frances, a visitar tumbas de parientes y amigos; y mi padre solía llevarnos, a mis hermanos y a mí, en el Día de los Muertos. Sin embargo, hay muchas cosas que yo no conocía del lugar. No sabía, por ejemplo, que en el área había una pequeña ciudad maya, estrechamente relacionada con Kaminaljuyú. No sabía que los columbarios que lindan con la Avenida del Cementerio eran abovedados y que debajo del piso, lleno de escombros, hay un sótano en el que hay galerías de nichos que fueron sepultados durante los terremotos de 1917 y 18.

En esta visita me dió tristeza ver que la tumba de Virgilio Rodríguez Macal -autor de La mansión del pájaro serpiente y de Guayacán- se encuentra destruida por los ladrones; me dió pena la tumba del expresidente Jorge Ubico, que se ve tan sola. Frente a la tumba de José Milla, el autor de El visitadorLos Nazarenos y otros clásicos de la literatura chapina, escuchamos unos párrafos de sus Cuadros de Costumbres. En la sepultura del aviador Jacinto Rodríguez vimos una hermosa escultura de Rafael Yela Günther.

La excursión fue guiada por el doctor Amilcar Chajón, que hizo una relación muy rica sobre la historia y el arte del que están llenos este cementerio. La riqueza de esta necrópolis, por cierto, podría tener una mejor suerte en manos de alguna fundación que encontrara la forma de hacerlo financieramente rentable, para evitar que continúe su deterioro.

Ahí en ese cementerio fueron sepultadas mi bisabuela Gilberta, mi abuelita Juanita, mi abuelito Jorge y mi tía abuela La Mamita. También fueron enterrados ahí mi bisabuela Mami y mi bisabuelo Federico, mi bisabuela Chus, y muchos otros parientes y amigos


06
Jun 08

¡Calavera de cristal en Guatemala!

Una calavera de cristal de roca, similar a las presentadas en la película Indiana Jones en el reino de la calavera de cristal, es propiedad del Museo Popol Vuh, y será expuesta al público del 9 de junio al 20 de julio de 2008.

El cráneo en cuestión es de cristal de roca y muestra rastros de cinabrio. Este mineral rojo, era usado por los mayas para la protección de tumbas por su alta toxicidad; y simbolizaba la sangre, por su color.

En contextos aztecas y toltecas era común guardar cráneos como trofeos de guerra. Por ejemplo, la diosa Cuatlicue o La de la Falda de Serpiente, se muestra adornada con calaveras y otras partes humanas en su cuerpo. Los primeros españoles que tuvieron contacto con los habitantes del continente americano observaron que en muchos edificios estaban ornamentados con calaveras colgadas, y en la colección del Museo Popol Vuh, muchas urnas funerarias están decoradas con cráneos descarnados. Los sacerodotes Xipe Totec se cubrían a sí mismos con la piel de sus víctimas y en la colección de Museo pueden ser observadas piezas con esta característica macabra.

La prestigiosa revista Archaeology, en su edición de mayo/junio de 2008, publicó un reportaje sobre la leyenda de los cráneos de cristal.

Por falta de la tecnología adecuada, la calavera de cristal del Museo Popol Vuh no ha sido estudiada a profundidad; y como muchas otras calaveras similares, esta no fue encontrada en contexto arqueológico. Llama la atención, sin embargo, que tiene agujeros, debajo de la mandíbula, que son demasiado perfectos, lo que no corresponde a la capacidad tecnológica de la época en la que se supone que fue elaborada.

En el mundo hay varias calaveras similares. En el Museo de Arqueología de México hay una adornada con turquesas, y más de una circula en exhibiciones y ferias como objetos con poderes sobrenaturales y curativos. Las hay de cristal de roca; pero también hay falsificaciones, tan evidentes, que son de vidrio y de acrílico. De una de las más famosas se cuenta que fue encontrada por un arqueólogo en un templo de Belice, en la selva; sin embargo, no falta quien diga que la compro en una subasta en Europa. En el Museo Británico hay otra que se supone que fue elaborada en el siglo XIX. También el Museo del Hombre, en París; y la Smithsonian Institution, cuentan con calaveras de cristal.

De las calaveras se cuenta que hay 13; y que el día en que se reúnan, todas, su energía positiva evitará que ocurra el cataclismo que -según la leyenda maya- está previsto para diciembre de 2012.

La calavera del Museo Popol Vuh forma parte de la colección que le dio origen al mismo y que fue propiedad del coleccionista Jorge Castillo, antes de que él lo donara a la UFM en 1977.

El Museo Popol Vuh se encuentra en el campus de la Universidad Francisco Marroquín, 6 calle final, zona 10. La admisión es de Q35 para adultos, y de Q10 para niños de 10 a 12 años; para estudiantes con carné es de Q15. Estacionamiento, Q12 por hora.


30
Ene 08

Maya chic

La imágen de arriba es de un cuenco trípode maya. Seguramente del Período Clásico Temprano y de la Costa Sur, que puede ser visto en el Museo Popol Vuh, en la ciudad de Guatemala. Las patas no se ven bien, pero muestran aves antropomorfas.

El logo de abajo lo encontré en una tienda hiperlujosa de relojes, en el Centro Comercial La Pradera, también en la ciudad de Guatemala.

Me encantó la coincidencia y pregunté que qué significaba y que de qué marca era el logo. La respuesta fue que significaba Relojes.


28
Oct 07

Viaje a las estrellas

Este bordado extrarordinario procede de Magdalena Milpas Altas, Guatemala, ca.1941.

Muestra estrellas y no se sabe si tiene un patrón, o no. Es decir, no se sabe si muestra asterismos, o constelaciones.

Me encontré con él, ayer, cuando visitaba la exhibición especial de bordados indígenas guatemaltecos en el Museo Ixchel.

Llamó mi atención no sólo porque su composición y su colorido son hermosos, sino porque durante una etapa de mi vida dediqué bastante tiempo a la observación del cielo.

A principios de mi adolescencia leí un libro en el que uno de los personejes principales -el capitán de un barco- apunta el cielo y dice Aquella es Lucifer. En ese momento me dije que sería muy enriquecedor y emocionante conocer el nombre de las estrellas; e inmediatamente pasé a tratar de conocer algunas: Sirio, Capella, Betelegeuse, Bellatrix, Castor y Pollux y Antares fueron las primeras. Y esta última pasó a ser mi estrella favorita.

Muchos años después, cuando me fui a vivir a La Antigua, compré un telescopio reflector con el cual pude disfrutar de otras maravillas celestes. Con él vi a Jupiter y sus lunas, a Saturno y sus anillos, a la luna y sus miles de sombras y formas, e incluso vi manchas solares (experiencia peligrosa que me costó el derretimiento de las monturas del ocular de mi telescopio).

Ahora ya no veo estrellas con frecuencia; pero en los últimos dos años he visto los cielos nocturnos más extraordinarios en la selva de la Cuenca de El Mirador, Petén; y a 10,000 pies de altura en las montañas junto a Telluride, Colorado.

Por cierto que, casualmente, esta visita a la exhibición del Museo Ixchel, tuve la suerte de hacerla en compañía del arqueólogo Richard Hanson, que tiene a su cargo la excavación de El Mirador; del también arqueólogo Nicolai Gruber; y de Alexander, príncipe de Sajonia. Esto fue en el marco de la donación de una copia del Códice de Dresden que el Principe y la Biblioteca Real de Sajonia le hicieran a Guatemala.

Coincidentemente aquel Códice maya contiene observaciones sobre el planeta Venus (que es Lucifer -la estrella del libro que me animó a conocer las estrellas) y una copia del mismo se encuentra en el Museo Popol Vuh, de la Universidad Francisco Marroquín, que también visitamos.