15
Dic 10

Mata el alacrán abuelita…

Mi padre cantaba esta canción:
El alacrán, crán, crán.
El alacran, crán, crán.
Ay me va a picar.

El alacrán, crán, crán.
El alacran, crán, crán.
Y me voy a hinchar.

Mata el alacrán, abuelita.
Mátalo con una escopeta.
Y si no revienta el cartucho,
Pégale con una chancleta.

De eso me acordé cuando Mayra, Jessica y Genaro encontraron un alacrán en el corredor y me llamaron para que lo viera. Los arácnidos me ponen la carne de gallina, y aunque realmente no los veo con frecuencia, siempre me inquieta saber que andan por ahí.

Durante un muy breve período de mi niñez, vivía con mis padres y mi hermano en una casa rodeada por cafetales.  Tan campestre, que más de una vaca llegaba a pastar en el jardín de la casa.  Esa vida bucólica no hubiera estado mal si mi madre no hubiera tenido que registrar los closets semanalmente para buscar alacranes; y si no hubiera ocurrido que arañas gigantes se pasearan por la cuna de mi hermano, y que una culebra hubiera hecho su ingreso a la sala.

Pocos años más tarde, el segundo esposo de mi bisabuela, Mami, mató un alacrán en mi dormitorio.  Recuerdo muy bien que lo llamé y que respondió veloz a mis gritos.

El del vídeo tuvo mejor suerte porque en la oficina no eliminamos a los bichos…ni siquiera si son arácnidos.  De modo que este personaje -después de llevarse un susto mayúsculo al ser amenazado, fotografiado, filmado, empujado y arrastrado- pudo continuar su vida.  Ojalá que haya aprendido, y que les cuente a los congéneres, lo que ocurre si se deja ver.


03
May 10

Recuerdos que trajo una luciérnaga audaz

El sábado nos alegró mucho la visita audaz de una luciérnaga, en casa. El pobre insecto debe haber estado algo nervioso por la atención que recibió; pero no por eso, la gentil visitante dejó de regalarnos su luz y seguramente por eso es que no dejó de moverse, ni siquiera para la foto.
Desde hace unas dos semana, el pequeño bosque que mi vecino tiene en su terreno -y el cedro que destaca en él- han estado adornados con las miles de pequeñas luces intermitentes que emiten las luciérnagas que lo habitan. El espectáculo es hermoso y yo había deseado que alguna de aquellas criaturas se acercara a mi casa. ¡Y ocurrió!
Las luciérnagas me gustan mucho desde que era chico. Me embobaba viéndolas aparecer y desaparecer, y también me llamaba la atención lo mansas que son. Como la de la foto, aunque inquietas, uno puede tomar una y tenerla en la mano durante bastante tiempo sin que alce el vuelo. La primera vez que tomé una creí que quemaban, pero claro que no y estaba fascinado con ella en mi mano.
La luciérnaga, algo apropiadamente, se llamaba un drive-in al que mis padres solían llevarnos los domingos para la cena. El local se hallaba donde hoy se encuentran las torres del Banco Industrial; y, ¡ah, cómo nos gustaba ir a ese lugar! El nombre le iba porque el área era oscura y árboles grandes, y la luz del drive-in se veía tenue entre la oscuridad. Y ahora, cuando ya no tengo la inocencia que tenía a los 9 años, pienso que debe haber sido interesante lo que ocurría en algunos de los autos que llegaban a buscar refugio en aquel ambiente encantador. Y pienso que les debe haber parecido fastidioso un auto con dos adultos divertidos y tres, o cuatro niños bulliciosos.

14
Nov 09

Mis "compañeros de trabajo"

Este es uno de mis compañeros de trabajo; y aunque no soy fan de los insectos y similares siempre me asombra lo mucho que estos sujetos se parecen a las hojas.

El arboretum, claro, siempre nos tiene sorpresas y aveces estas llegan hasta las oficinas.

18
Sep 09

Los huevos siguen ahi

Luego de tres semanas, así están los huevecillos de oruga que una palomilla depositó en mi ventana.


11
Mar 09

El alacrán, crán, crán


17
Sep 08

Mis peculiares "compañeros de trabajo"

Si yo hubiera sido Noe, no hubiera metido insecto alguno en El Arca y hubiera ocasionado una catástrofe ecológica de dimensiones bíblicas.

Afortunadamente no soy Noe; y el mi lugar de trabajo está poblado por criaturas fascinantes como esta mantis que me encontré hoy en el baño of all places.


31
May 07

¡Zompopos de mayo!

De mis inusuales compañeros de trabajo, unos de los que más gusto me da ver son los zompopos de mayo.

Cuando era niño los probé asados y con mantequilla, como corresponde; y lo nos he vuelto a comer desde entonces. Sin embargo, hace un par de años comí escamoles y también me parecieron deliciosos.

Los zompopos de mayo saben como a maní bien tostado, o como la shinga que queda en el fondo de una bolsa de chicharrones.

También, cuando era niño y con mis compañeros de colegio, solía hacer peleas de zompopos; pero como decía la nana de un cuate: todo patojo es bruto.

Ya en el siglo XVIII, Francisco Ximénez, traductor del Popol Vuh, se refirió a los zompopos de mayo en su obra Historia natural del reino de Guatemala. “Tienen la cabeza grande y unas tenazuelas que parece que son de acero y tienen filo, y punta corva y cruzada como las tixeras; y así cortan con ellas cosas bien duras…entre ellas hay unas muy grandes, y con alas, no son que crien alas, sin que es como la gente principal entre ellas. Aquestas grandes y con alas, no salen del hormiguero, sino es cada año cuando caen los primeros aguaceros, que es por el mes de mayo…y se levantan volando con una singularidad maravillosa, por lo cual los indios, y otras personas que las comen tostadas, y dicen que es comida sabrosa, las cogen con facilidad…y es que como no han visto luz, al verla tan hermosa se van a ella, y así los indios no tienen más que encender unos ocotes, y con esto se les vienen todas a las manos, y cogiéndolas las tuestan, y las comen, y aun las sacan a vender, como lo he visto”.

Javier Aroche tiene fotos de zompopos, también.


04
Ene 07

Mimetismo

Como algunos saben, trabajo rodeado de un extraordinario ambiente natural.

Este es uno de mis “compañeros de trabajo”, y es la primera vez que veo uno de su especie. A mi me desagradan mucho los insectos y sus parientes; pero no resistí a tentación de tomarle una foto.