El atardecer de ayer

Estos fueron los colores del atardecer de ayer, que fueron acompañados por el aroma inconfundible de la lluvia y de la tierra.  El aire fresco y limpio cubrió la ciudad, que lució su arquitectura y sus luces.

Tardes como esta -hermosas y lluviosas- me invitan a leer, a pasear sobre el asfalto mojado, a tomar chocolate caliente, a conversar serenamente, o a dejar que mis pensamientos agarren vuelo hasta que, como Icaro, se den un somatón.  Ayer opté por buena compañía, dos partidas de Scrabble, rodajas de lomo embuchado y un vaso de whisky.

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