¿A quién se le debe preguntar por los impuestos?

Los únicos que tienen autoridad moral para decidir para qué debe ser usado el fruto de su trabajo y de su talento, son aquellos que han producido esos frutos. ¡A usted! es a quien le deberían preguntar qué parte del su salario pueden tomar los políticos y funcionarios; y en qué la pueden repartir, así como en qué no la pueden repartir.


Empero, hay quienes creen que la administración debe reunirse con los actores de la sociedad para establecer acuerdos en el tema fiscal, que permitan una reforma positiva en el mediano y largo plazos; y, por supuesto, los pícaros políticos que por el momento detentan el poder o pipoldermos, prefieren esa salida de abrir una mesa e invitar a los partidos políticos de oposición, a los amigos, a todos. Prefieren negociar con dirigentes de grupos de interés, y prefieren armar un diálogo de nación. La referencia a esta pretensión está en la página 3 de Siglo Veintiuno del 20 de diciembre; y no pongo enlace porque el sitio Web de ese diario no los permite.

Los impuestos son dinero ajeno tomado por la fuerza, por los políticos, para destinarlo a sus propósitos particulares; propósitos que muchas veces son ajenos, cuando no repugnantes, para aquellos que produjeron el dinero y les fue quitado. Mucha gente piensa que los impuestos deben ser impuestos; y que como son impuestos no deben ser cuestionados. Y yo creo que esa es una actitud de súbdito, de espectador y de oveja.

De ciudadanos y de protagonistas -con dignidad- sería exigir que los impuestos sean plenamente justificados, que sean neutros, que no se desperdician, ni se maladministren, ni se corrompan. Que se usen para el bien común, que es el bien de todos; y no para satisfacer intereses particulares. Y por eso, cada uno de los tributarios debe ser consultado sobre ellos. En una sociedad de personas libres es inaceptable que los impuestos y la política fiscal sean negociados con representantes de grupos de interés y es inaceptable que sean usados para satisfacer sus intereses. En una sociedad de personas libres, el costo de tener gobierno debe ser compartido por todos, y todos deben tener la facultad de decidir si quieren, o no, cargar con ese costo.

En tanto aquellas decisiones y responsabilidades sean de sólo unos pocos, esos pocos decidirán en su beneficio y en perjuicio de los otros. Y eso, entre ciudadanos y protagonistas, entre personas libres y dignas, debería ser total y absolutamente inaceptable.

…y usted, ¿qué piensa?

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