08
May 12

La dirigencia popular y sindical ensucia


El viernes, después de la marcha que organizaron los sindicatos para celebrar el Día del Trabajo fui al centro para mostrarle la ciudad a una visitante de Virginia, EUA.

Fui con ese propósito y con el de ver las pintas que la dirigencia sindical había hecho en la Sexta Avenida del Centro Histórico. Tanto mi cuata, Rosemary, como yo estábamos indignados. No sólo por la suciedad que dejaron los sindicalistas; sino por la abundancia de hoces y martillos, el símbolo del socialismo real, que es como si un grupo de manifestantes hubiera pintado esvásticas, el símbolo del nacional-socialismo. Sólo que peor.

A Rosemary y a mí nos conmovieron dos escenas: la de una mujer -que fotografíé junto a la estatua mutilada de Tasso Hadjidodou- que expresó: Que mala esa gente que hizo eso; y la de los grupos de jóvenes que se dieron a la tarea de limpiar la inmundicia que dejaron los manifestantes. Ojalá que cuando recuerden la suciedad que tuvieron que limpiar, también recuerden la abundancia de ominosas hoces y martillos.

¿Malos? ¡Malísimos, y de hecho, criminales! Los muertos del socialismo real se cuentan por millones. Los muertos en la República Popular de China, entre 1949-87, se estima que llegan hasta 76,702,000. En la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, entre 1917-87, se calcula que llegan hasta 61,911, 000. Durante los soviets de Mao, en China, puedes añadir otros 3,468,000. En Corea del Norte, entre 1948-87, hubo unos 1,553.000 de muertos (¿Cuántos habrán muerto de hambre y frío entre 1988 y 2012?). En Camboya, entre 1975-79 (en sólo 4 años) hubo 2,035,000. Todos estos muertos y más en regímenes socialistas de uno u otro color. Todos ellos, poco más o menos unidos por símbolos comunes como la hoz y el martillo, y las banderas rojas y negras.

Al utilizar símbolos de regímenes (y de filosofías) criminales para pintar paredes y destruir monumentos, la dirigencia popular chapina -que alienta, o tolera- el uso de hoces y martillos, no sólo pone en evidencia sus raíces y vinculaciones políticas reales; sino que radicaliza el diálogo político e introduce elementos de violencia que fueron pesadillas en los años 60, 70 y 80 cuando le guerrilla intentó tomar el poder por la fuerza e imponer la dictadura el proletariado, con las consecuencias que muchísimos guatemaltecos lamentamos. Un ejemplo de lo que es capaz de hacer la gente de la hoz y el martillo es el bombazo del Parque Central en 1980, bombazo del cual muchos jóvenes no han oído hablar.

Las pintas del 1 de mayo deben darnos que pensar.