Muy importante es la columna pubicó Acisclo Valladares el sábado pasado y que comparto con ustedes. Yo también me he preguntado…¿por qué es que Mario Aguirre Godoy guarda siencio? Y que, ¿qué clase de silencio es el suyo? ¿Por qué es que no se le llama al proceso judicial que se sigue por este asunto?
He aquí el texto de Valladares:
No es el embajador Máximo Cajal y López el único sobreviviente de la tragedia de la Embajada de España , habiendo sobrevivido, también, ¡vaya la gana de ocultarlo!, el doctor Mario Aguirre Godoy. El testigo olvidado, testigo cuyo testimonio resulta fundamental.
El testimonio de Mario Aguirre Godoy fue capaz de desbaratar, por ejemplo, la gravísima mentira que se tratara de sostener y que –incluso hoy– tratan de sostener algunos: que la ocupación de la Embajada de España se habría realizado, tan solo, por unos campesinos, siendo el caso que también participaron universitarios y que, uno de ellos, Edgar Rodolfo Negreros, ejercitaba el mando.
No se trata esta de una mentira blanca. La participación de universitarios, además de campesinos, trataba, y sigue tratando, de ocultar la necesaria autoría intelectual de la ocupación y del secuestro.
Otra de las afirmaciones carentes de verdad es que se habría tratado de una “toma pacífica”, extremo desmentido por el armamento –bombas molotov– de los ocupantes, testimonio del propio embajador.
Se habla de este tristísimo acontecimiento de nuestra historia con excesiva ligereza y así, por ejemplo, Ricardo Méndez Ruiz afirma que además del vicepresidente Cáceres Lehnhoff, del excanciller Molina Orantes, y de la secretaria y el secretario del embajador, habrían muerto “ terroristas” –calificación muy discutible– omitiendo la muerte de otras personas, tan inocentes como aquellas, y que también fueron víctimas del secuestro y del incendio: Felipe Saénz Del Cabezón y María Teresa de De Villa, madre de nuestro obispo.
La tragedia de la Embajada de España tuvo su inicio con la toma de rehenes y concluyó con el asesinato de Gregorio Yuxá, ocupante que sobrevivió al incendio y que fuera posteriormente asesinado, extraído del centro hospitalario en el que estaba.
No se hace justicia a las víctimas –finalmente todas lo fueron– con negar la verdad de lo ocurrido y tampoco nos ayuda a que podamos comprendernos.
¡Ah, nuestro silencio cómplice, el de entonces y el de ahora! No es atropellando la ley como se hace justicia ¿Por qué no escuchar lo que dijo el testigo olvidado? Ese es Mario Aguirre Godoy.