La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala ha acusado por ejecuciones extrajudiciales a Carlos Vielmann, ex ministro de Gobernación; Alejandro Giammattei, ex director de presidios y aspirante a la Presidencia; Erwin Sperisen, ex director de la Policía y a Javier Figueroa, ex subdirector de Investigación Criminal. Y, en consecuencia, el JuzgadoPrimero de Instancia Penal emitió sendas órdenes de captura. En septiembre de 2006, los acusados, funcionarios todos, protagonizaron la toma de la Granja Penal Pavón, que era controlada por los reclusos.
A mí, todo esto, me da mucho que pensar; y lo primero es que me asalta la duda de si en realidad la CICIG busca acabar con las mafias que están asfixiando a los guatemaltecos y lo poco que está quedando de nuestras instituciones; o si bien, se está perfilando como una especie de policía política que -a la luz de los casos Rosenberg, Rivera y este que comento ahora- está más enfocada en la publicidad y en proteger a la administración de Los Colom, que en otra cosa.
Lo segundo que se me viene a la cabeza es que, aunque yo nunca votaría por Giammattei y se que Vielmann y Sperisen son volados y a Figueroa no lo conozco, mucha gente celebró que los primeros tres llegaran a dirigir la seguridad ciudadana, y recuerdo que mucha gente celebró la toma de Pavón. La gente los tiene por gente buena. Y entonces, luego de esta persecución, ¿qué clase de gente va a aceptar ser funcionario? ¿Cómo se defiende, de la delincuencia desbocada, una sociedad con instituciones débiles, o sin ellas?
Me acordé de la película
Las pandillas de Nueva York, y me pregunto si la Historia de esa ciudad sería la misma sin el bombardeo contra las pandillas y si hubo persecución alguna contra quienes lo ordenaron, lo dirigieron y lo ejecutaron. Me acordé de que al mafioso
John Dillinger, la Federal Bureau of Investigations lo esperó a la salida de un cine y tres agentes del FBI lo liquidaron en un callejón.
¡Por supuesto que no estoy defendiendo la posibilidad de que quienes detentan el poder puedan ejercer actos de violencia impune contra las personas! y tampoco estoy sosteniendo el indefendible vox populi, vox dei; pero, creo que sí es válido tratar de entender como es que se forjan las sociedades que hoy tenemos como razonablemente pacíficas e institucionalizadas. ¿Por dónde se empieza a sanear una sociedad enferma y violenta? Puse los dos ejemplos anteriores para ilustrar la pregunta, y no como una recomendación.
A mí me gusta decir que estamos escribiendo -ustedes y yo- las páginas de la Historia de Guatemala que serán leídas dentro de 50, 100, o 500 años. ¿Qué verán los que vienen atrás cuando lean la Historia del país que les dejamos? ¿Quiénes serán los héroes y quiénes serán los villanos en los libros de Historia chapina?